Hoy he terminado el cuarto libro de Harry Potter; me lo prestó Meme (y no estoy segura de devolvérselo en perfectas condiciones, ups...). Lo terminé de leer sentada con el Pulgón en el Parque Remodelado que, por cierto, merece un Notable alto. Iba dispuesta a suspenderlo con un menos algo, y al final me ha encantado; sigue teniendo rincones especiales, aunque la tala de árboles haya sido, en verdad, drástica. Nos sentamos en un paseo con arcos y estatuas italianas, cerca de la fuente de La Gorda (la Fecundidad, lo sé, pero siempre se ha llamado La Gorda, y no es un insulto, es una escultura bellísima). El Pulgón con su periódico y la revista dominical, y yo con mis dos últimos capítulos de el Cáliz de Fuego; Coca-Colas y un paquete de Skittles.
El final es apasionante, creo que es el que he devorado con más ganas. Es un universo tan abarrotado de personajes, situaciones, aventuras y toneladas de magia, que cada vez que me relaciono con un libro de la saga, me siento transportada y, bastante tiempo después de dejarlo en su estante, sigo buscando a mi alrededor, en la vida cotidiana, signos de la presencia de los magos, los gigantes, los muggles (que soy yo). Y por las noches, cuando oigo una lechuza (coruja se llama por aquí), sé que está llevando una carta o un paquete a alguien. Me encantaría ser maga, o bruja. Y sería fantástico estudiar en Hogwarts. Empezar el Primer Curso en el Gran Comedor, y ponerme el Sombrero, para que me dijera a qué casa pertenezco. Gryffindor, Ravenclaw, Hufflepuff, y los negros Slytherin. ¡Qué nombres tan bonitos!Recomiendo a cualquier adulto al que le guste la lectura que de una oportunidad a estos libros. Bien escritos (sin alardes), entretenidos y, a diferencia de otros relatos infantiles o juveniles, aquí el Mal está presente desde el principio; se puede combatir, pero no siempre se consigue eliminar. Recuerdo los malos de "Los Cinco" o "El Club de los Siete Secretos" y me parecen enternecedores pero un poco ñoños y alejados de lo que después he conocido como "los malos" (todos los hemos conocido, en un momento u otro de nuestras vidas). Voldemort es malo malísimo, y lo peor de todo, tiene partidarios, que lo han elegido libremente. ¿Habrá algo más real que eso? Quizá no es una lectura apropiada para según qué edades, pero hace que los niños se enfrenten a las cosas oscuras de la vida con la esperanza de que ellos mismos pueden combatirlas. Porque Harry no tiene superpoderes (bueno, es mago, pero una vez te metes en el libro, ya no te parece tan extraordinario, je, je), sólo es un niño que intenta hacer las cosas bien; sobre todo, procura no hacer daño a los demás, quiere mucho a sus amigos, respeta a sus profesores. Cualquiera (niño y no tan niño) puede ser Harry y, a veces sin saber bien de dónde se han salido las fuerzas y los recursos, cambiar una situación mala para todos y convertirla en otra que mejore la vida de alguien.
Claro que, todo esto, lo pienso cuando ya me he tragado el libro casi sin masticar. Mientras lo leo, sólo sé que en Hogwarts hay algunos pasillos en los que la corriente de aire es malísima para los huesos...







