25 March, 2007

La casa de los espíritus




He pasado la tarde ordenando fotos. Con la lupa mil veces remendada de Baba (la usaba para escudriñar el "Hola" hasta los últimos detalles, mientras yo hacía lo propio - sin lupa- con el "Semana"), un lápiz y muchas cajas de zapatos.


Ha sido una de las meriendas más multitudinarias que se han dado en El Sitio. Vinieron parientes hasta del siglo diecinueve. Otros, más jovencitos de los primeros años del siglo veinte, en sus diminutas ventanas, festoneadas de "piquitos" blancos, y que hacían muecas sólo visibles con la lupa.


También estaba E., en plena cacería entre las plantas del patio de su casa de la Rambla; con salacot y mortífera escopeta que, al disparar, lanzaba un corcho atado a un cordoncito. M., subida en un caballo enorme y desgarbado; en su pose de amazona destacan los ojos brillantes, a saber qué aventura estaba viviendo sin que nadie más lo supiera.


Luego, E. y M. en plan romántico, paseando por el Camino Largo. El, pelo-brillantina y corbata estrecha. Ella, falda tubo y pelo cardado. No son mis padres porque, en ese momento, yo no era aún ni proyecto. No existía ni siquiera en el pensamiento de otros. Son dos personas a las que nunca conocí, viviendo un enamoramiento; lo que vendrá después, ni ellos mismos lo saben. Caminan por una página totalmente en blanco; van dejando detrás las marcas de sus pasos en forma de historia ya real, pero la tierra que pisan de cada vez, es nueva, sin estrenar.


También apareció un bebé risueño, mofletudo, con michelines en piernas y brazos (¿por qué eso es gracioso en un bebé y penoso en una adulta? Protesto enérgicamente), una frente gigantesca y muy poco pelo. Tampoco esa soy yo, qué va. Esa es una niña sin bola de cristal que le diga lo que será, será. Me cae bien, y al mismo tiempo me produce ternura y un poco de pena. ¿Podría haber sido su vida distinta, mejor, si yo no me hubiera empeñado en elegir este camino, y no el otro?


El Sitio se llenó de espíritus, y recuperé el intenso sentimiento de pertenencia, la impresión de ser un retal de colores en una inmensa colcha de "patchwork". Y me pido tener forma de estrella.


Me encanta tener gente a merendar.

19 March, 2007

Pollo a la Elbereth de la Provénce



Juraría que había hecho foto del plato humeante y divino, de verdad. Pero estas cosas pasan a veces. Llega una nave extraterrestre, te abduce, y los cabezones de ojos separados se comen el pollo a la Elbe antes de que puedas fotografiarlo. Tiene que haber sido eso.

De todas formas, pongo la receta, para que todo el Universo conocido tenga acceso a esta información de incalculable valor. Es la primera vez que cocino pechuga de pollo y no me queda seca. Se me llenan los ojos de lágrimas. Ahí va, copiado tal cual del blog (no dejen de visitarlo) de Elbereth:

PECHUGAS A LA PROVENZAL
1 pechuga entera, 1 pimiento rojo grande (o medio rojo y medio verde), 1 cebolla grande, 1 diente de ajo, aceite de oliva, sal, pimienta negra, "hierbas provenzales", eneldo, mezcla de 4 quesos para gratinar (o cualquier otro queso que uséis para eso), vino blanco, sidra o jerez.
Troceamos la pechuga en tiras gordas y luego en cuadrados de bocado, pero no pequeños, más bien grandecitos. Partimos el pimiento en cuadrados y la cebolla en gajos grandes. Reservamos. En un fondo de aceite doramos a fuego alto y rápidamente los trozos de pechuga y retiramos, sólo que cojan color. Pochamos después el ajo picado, antes de que coja color añadimos el pimiento en trozos y sofreímos a fuego alto, removiendo todo el rato con una cuchara de madera. Añadimos ahora los trozos de cebolla y salpimentamos para que la cebolla sude, y sofreímos también. Cuando notemos que empieza a ablandar, volvemos a echar los trozos de pechuga en la sartén. Revolvemos todo junto, añadimos las hierbas, y damos una vuelta con la cuchara de madera. Echamos un buen chorro de lo que tengamos, yo estas las hice con jeréz. Dejamos que evapore el alcohol, añadimos el queso por encima de todo, tapamos y retiramos del fuego. Dejamos reposar un poco y servimos.

Tengo que decir que yo usé Pedro Ximenez y mozarella (del basto, el que no es de búfala) rallado; el parmesano me pareció demasiado fuerte, pero quizá no lo sea, habrá que probar. Ah, y antes de gratinar tuve que apartar todos los trozos de pechuga para pasar la salsa por la Thermomix, que al Pulgón le encanta encontrarse "tropezones" e irlos separando y distribuyendo ordenadamente por el borde del plato. Le quité ese placer. Soy malvada, lo sé.

Menos mal que los extraterrestres me dejaron un Tupper lleno en el congelador. Si no, me iban a oír hasta en Urano.

08 March, 2007

Hace dos años...

Tal día como hoy, Día Internacional de la Mujer, hace dos años, caminaba muy temprano por la zona de la Recova con una carpeta azul de cartón (es un material más cálido, más acogedor que el plástico; y tiene un pasado, en casa de mis padres siempre ha habido varias, en color azul, en color teja, y hasta verde botella, conteniendo los más diversos documentos e historias). Caminaba deprisa, con la carpeta apretada contra el pecho, por si de pronto venía una racha de viento (hay que tener en cuenta todas las posibilidades, aunque esa mañana no se moviera ni una hoja a mi alrededor). Es que lo que transportaba no era ninguna tontería. Eran las armas que el Pulgón y yo habíamos reunido para plantar cara a lo que había sido un tiempo de sufrimiento físico y psíquico. Salas de espera de hospitales, agujas, ecografías, esperanzas y profundas, gigantes desilusiones. Decidimos no quedarnos en el suelo heridos, aislándonos el uno del otro en nuestro dolor particular e intransferible. ¡A las barricadas!


Nos pusimos un chaleco anti-balas lo suficientemente grande como para que cupiésemos los dos. Y decidimos armarnos hasta los dientes y pelear.

El primer ataque lo llevé a cabo yo, con mi carpeta azul de cartón, lleno de letras chinas que parecían arañas corriendo sobre nieve.

Y desde entonces, nos sentimos fuertes, invencibles, pacientes como el león, pero poderosos e inamovibles como el rinoceronte.

Hoy hace dos años que presentamos nuestra solicitud de adopción. Y seguimos esperando.

(Foto de Phitar )