12 June, 2010

Nueva Era


Este cumpleaños, mi padre me regalo un eReader. Porque yo lo pedí ¿eh?
Y creí que, al final triunfaría el Bien y no me quedaría con él, no acabaría de cogerle el tranquillo, me pondría de parte de los libros de papel, mis Amigos.
Pero no, al parecer, soy el nuevo Padre Abraham . Pero es que tengo que ser realista.
La pantalla es comodísima de leer, porque no es de luz; es decir, explicado en términos de Ignorante Tecnológico, si no enciendes la lámpara de la mesilla, no puedes leer.
En la tarjeta de memoria que viene en el paquete, hay precargados ¡¡¡1000 libros!!! Y aún caben más. Y todo eso en un lector que mide 15x10, me cabe EN CUALQUIER bolso. Ya no tengo que elegir bolso en función del libraco de turno.
No tendré que almacenar los libros en cajas, forradas con cinta de embalar, en el cuarto de los ratones, porque no me caben en casa. Y si leo uno que me gusta especialmente, me lo compraré en papel.
No sé por qué doy tantas explicaciones. Quizá porque me da pena que me guste este artefacto. Quisiera ser más romántica y morir aplastada por una estantería llena de libros que no aguantó el peso y se rindió. Pero yo también me he rendido.