14 June, 2006

Brocha


Brocha es una perra pastor alemán de nueve meses. Es asturiana de nacimiento, canaria de adopción. Un terremoto autentico, "La Increíble Perra Soprano", como la llamamos a veces (por los alaridos que da cuando se cruza con otro perro, unos gritos que te dejan paralizado de terror, con el pelo cubierto de canas).
Es íntima amiga de Monchito, con él le pueden dar las tres de la madrugada sin haberse cansado de jugar (nosotros y los vecinos sí nos hemos cansado de sus juegos, aproximadamente desde de las diez y media o antes). Sobre Monchito escribiré otro dia. Ahora quiero hablar de Brocha. De cómo entra como una exhalación por la puerta y se mete de cabeza debajo de la mesa, convirtiéndose en perro invisible como por arte de magia, para que la dejemos estar echada a nuestros pies sin darnos cuenta. Le encanta el contacto físico, parece que necesitara que su cuerpo tocara otro cuerpo en todo momento. Y si puede ser uno de mis pies, mejor. Y si es una de mis manos sobre su cabeza... entonces cierra los ojos con placer y parece total y absolutamente feliz y completa.
Está ingresada desde el domingo en un Hospital Veterinario, y yo estoy consumiéndome de preocupación. Esta mañana la operaron para quitarle un pedazo de hierro que se había tragado y que, según las apariencias, le estaba produciendo un cuadro de fiebre, vómitos (sólo el domingo) y distensión abdominal. Pero durante la cirugía han encontrado una esplenomegalia muy importante (aumento del tamaño del bazo), cuya causa se desconoce. Y una trombocitopenia tremebunda (pocas plaquetas) que me tiene angustiada. Se me pasan por la cabeza linfomas, leucemias, y enfermedades por el estilo. Me digo a mí misma que el pensamiento positivo, suponiendo que no influyera en los acontecimientos, al menos me ayuda a no entristecerme demasiado. Pero no soy capaz. Yo, la eterna optimista, hoy lo veo todo, no diré negro, a eso me niego, pero sí gris. Gris, desde luego.
Esta tarde, cuando fui a visitarla, no se levantó (estaba recién operada, tampoco esperaba otra cosa), pero movió el rabo y me miró con una insistencia casi insoportable. ¿Que si hablan los perros? ¡Gritan!
Me la imagino a estas horas de la noche en su jaula, con la campana puesta, una cicatriz bastante considerable en el abdomen, la via en la pata trasera, con su esparadrapo azul (aunque el color que más le va es el amarillo, pero no estamos para coqueterías) y el suero que gotea. ¿En qué estará pensando? ¿Sabrá que todo este dolor es para curarla? ¿Sabrá que no la hemos abandonado y que queremos que vuelva a casa con nosotros? ¿Pensará en Monchito?


4 comments:

Raquel said...

Te traigo un trozo de cielo azul y dos rayitos de sol para que tu gris se difumine un poco. Sé que no podrá disiparse hasta que tengas un diagnóstico completo pero mientras tanto, apartemos esas nubes .....

Lego y Pulgón said...

Gracias, ya me han llegado y están haciendo su trabajo

Anonymous said...

no te quepa la menor duda que sabe que estás ahí. No te quepa la menor duda que sabe que no la has abandonado.Ojalá una decima parte de los dueños del mundo trataran a sus bichos como los tratas tú, pues el mundo sería otro....y sería mucho mejor.

Lego y Pulgón said...

Gracias, "Usuario-Anónimo-Meme".Los tuyos tampoco tienen queja.