21 June, 2006

Miedo

Baba se cayó esta tarde. En su obsesiva precipitación, quiso comprobar por enésima vez que el taxi que esperaba, efectivamente, asomaba al principio de la Rambla. No sé a dónde iba esta tarde. Probablemente uno de sus planes de estos últimos tiempos, tan distintos a las tardes de canasta en el Casino, a las visitas a tia Consuelo, en las que hacía de enfermera y no de enferma, a las meriendas de miércoles como la de la foto. No, últimamente el miedo no la deja hacer lo que hacía antes. Se resiste como una fiera a dejarse vencer, a dejar de maquillarse, de vestirse y ponerse sus perlas y su alianza diminuta. Busca deseperada un plan, un objetivo, una misión para cada tarde de cada semana de cada mes. Algo que la obligue a salir de la casa, por si al mismo tiempo, le abriera un resquicio, aunque fuera pequeño, por el que salir del miedo.
¿Dónde quería ir hoy? Me lo pregunto una y otra vez, aunque no tiene ninguna importancia. Pero ¿a dónde iba? ¿A casa de su amiga de los lunes, donde rezan el rosario y "unas oraciones tan bonitas" (dicho esto, siempre me recita una de San Juan de la Cruz)? ¿A casa de su tia (aunque parezca una errata, mi abuela de noventa y dos años, tiene una tía)? ¿Dónde iría? Sé dónde y cómo terminó su tarde, pero no sé cuál era su misión de hoy, su salvavidas de hoy.
Su tarde terminó en el servicio de urgencias. Un chichón, un ojo morado y las rodillas desolladas e hinchadas. Y el miedo, multiplicado por mil. El miedo, crecido, enorme, reluciente, fuerte, invencible. El miedo, que es lo único constante y seguro , lo único que siempre está ahí. Maldito sea. Arruinando lo último que le queda.
La fui a ver muy tarde, cuando salí de trabajar. La encontré arreglada, con una chaqueta de verano blanca y negra, rimmel y perlas. La acompañé a acostarse y vi su cuerpo consumido, encogido, aplastado por el miedo. Le di un beso de buenas noches y la dejé rezando el rosario, dejándose acunar por lo único a lo que no teme. Le doy gracias a Dios por eso.

7 comments:

Raquel said...

¡Lo siento mucho por Baba y por tí, que últimamente no ganas para sustos! .....y definitivamente te espero el día 30. A ver si se nos quitan todas las penas frente a una buena focaccia y un platito de pasta fresca.

Lego y Pulgón said...

¡Hecho! Me apetece un montón. Que tiemble Benitez

Elbereth said...

Lego, que terrible la vejez, y que terrible el miedo...Y que bueno que Baba tenga una nieta que se consume pensando que hará por las tardes, y que la da el beso de buenas noches...
Mi padre tiene un tío 3 años más joven que él...a mi de pequeña me desconcertaba tanto.
Lego, te lo digo en serio, has pensado alguna vez en escribir?...

Anonymous said...

Ese miedo me resulta tan tristemente familiar. Mi madre de repente,decía que "iba a su casa".. había que salir con ella a la calle y empezaba su caminata hacía no se donde.. buscaba una casa que no consiguió encontrar. ¿No recordaba acaso que ella vivía en el mismo lugar desde hacía mas de cincuenta años?.. ¿Había olvidado quizas que allí había criado a sus ocho hijos? Al tiempo hubo que cerrar la puerta de su casa con llave para protegerla de aquella obsesión porque se escapaba, hasta que incluso eso olvidó...No se que se escondía en aquella cabecita de la que un día fue mi madre y que, a ratos, aún parecía serlo... pero sólo a ráfagas. Cuando iba a verla a veces su mirada se iluminaba, "hola hija" me decía, juro que entonces me daba un vuelco el corazón , mi madre estaba allí!!! pero, un momento después había regresado a su mundo, ese inalcanzable para los demás... poco a poco fue olvidando todo, recordaba canciones hasta que también dejó de tararearlas... Y un día, olvidó vivir... y se fue, quiero creer que a encontrarse con mi padre, su único amor y razón de vivir. Ahora pienso que la muerte de mi padre siete años antes la afectó mas de lo que pensaba, ella se marchó con él y no supimos darnos cuenta. Mi madre no llegó a cumplir 79 años.
Tu abuela Baba me recuerda a mi madre, tan arreglada siempre, tan coqueta, tan guapa. No sabes cuanto te entiendo.

Lego y Pulgón said...

Biznaga, me has hecho llorar, mecachis, y me tengo que ir a trabajar... Lo peor es cuando las personas se van por dentro, pero sigue quedando el cuerpo por fuera, vacío, un recordatorio de que fue recipiente de historias, penas, alegrías, amor, llanto.
Pero a mí no me cabe la menor duda de que las personas se reúnen después de morir. Yo lo llamo Cielo, y estoy convencida de que tiene que haber una marcha...

Anonymous said...

No era mi intención, es una enfermedad que me pone especialmente sensible... Me consuela pensar que ellos siguen su historia eterna de amor allá donde estén..Siempre dijeron que querían ser incinerados y que el que muriera antes esperaría al otro para que sus cenizas fueran entremezcladas y que las esparciéramos en un lugar de nuestra elección (eso ya les daba igual).. así que eso hicimos.. Esparcimos las cenizas de los dos en un jardín a la sombra de un árbol que llaman "árbol del amor" y te puedo asegurar que ese rincón está cada día mas bonito... No llores mujer, que no voy a poder escribir mas en tu blog y le estoy cogiendo el "gustillo"...¡que tengas buen día Lego!..

Marisabel said...

Piel de gallina se me ha puesto.
Biz pero qué sensibilidad tienes, estoy con las lágrimas a punto de salir.

Felicidades Lego, haces unos textos preciosos.

Gracias a Guru os he encontrado. Quien sigue ... la consigue.

Besos preciosas.