11 July, 2006

Ciruelas amarillas


Ya están los árboles llenos de ciruelas. Aún no tienen el color amarillo brillante que sabe a dulce con sólo mirarlas. Dentro de poco (a lo sumo, una semana), empezarán a oler a fruta, un olor que lo llena todo y que hace que te entre prisa por coger la mayor cantidad posible de ese tesoro amarillo. Son tantas que, una vez satisfechas las demandas de familiares, amigos y colegas del trabajo (que son muchas), aún quedan para hacer mermeladas deliciosas. Una parte la reservo, como un avaro contable, para congelar peladas y sin semilla, y así poder tener un poco de verano a lo largo de todo el año.
Los perros y los caballos se nos han adelantado, como cada mes de Julio, no son capaces de esperar a su punto perfecto de madurez, pero ¿y lo limpio y reluciente que se les queda el aparato digestivo? Ellos me han demostrado muchas veces que son sabios, así que no seré yo quien decida cuándo es el momento más oportuno de comerse una ciruela.
El domingo vino gente a casa a cogerlas. Sin haberlo planeado, se formó un grupo de personas de lo más variado, unidos por las ganas de pasar una tarde estupenda. Por cierto, todo mujeres menos el Pulgón. Afortunado él. La casa se llenó de actividad y risas. Intentamos planificar el trabajo, y al final salió un alegre desastre, con cadenas humanas en las que los eslabones se ponían a hablar de mil cosas, mientras el alfa, haciendo equilibrios sobre la escalera, intentaba en vano comunicar con el omega, encargado de llevar el cubo lleno de fruta hasta la mesa.
Lo que más placer me proporcionó fue ver al Pulgón con su madre. No hace falta decir con palabras cuánto se quieren; cualquiera que los mire cuando están juntos, no tendrá ninguna duda. Tienen una complicidad de la que estoy excluída, pero en la que no me atrevería tampoco a participar. Me conformo con ser espectadora admirada y, por qué no decirlo, un poco desconsolada.
Además de devorar las ciruelas sin control, con un ágil y depurado movimiento, del árbol a la boca, limpieza con la manga de la camisa, y vuelta la mano al árbol, hago una mermelada que me enseñó Maui, de El Cafetito .

Mermelada de ciruelas y hierbahuerto
Fruta pelada y sin hueso. La mitad de su peso, de azúcar. Se coloca en un recipiente una capa de fruta, hojitas de hierbahuerto, capa de azúcar. Y así, hasta terminar con capa de azúcar. A la nevera hasta el día siguiente, que, probablemente, es domingo.
Cuando nos despertemos, iremos corriendo a la nevera, a ver si el resultado de nuestro experimento es alentador, o no. Siempre lo es, no hay que preocuparse. Ahora viene el proceso de buscar entre la masa de fruta y azúcar las hojas de hierbahuerto, y guardarlas en una bolita de esas para poner té. La fruta y azúcar se ponen en la Thermomix (se puede hacer a fuego lento también, claro), se quita el cubilete, y se deja descansar sobre la tapa una cucharilla en la que engancharemos la bolita para té con las hojas de hierbahuerto, de manera que no llegue a rozar las cuchillas, pero esté en el interior del vaso. Con el vapor de la cocción, dará aún más sabor a la mermelada. Yo pongo de entrada 30 minutos, temperatura 100, velocidad 1. Cuando pasa este tiempo, cojo un poco de mermelada con una cuchara de palo, y dejo que se enfríe apenas; cuando ya no quema, la dejo caer de nuevo en el vaso, para comprobar el punto, teniendo en cuenta que al final voy a añadir un poco de pectina, y que al enfriar del todo, espesa. Si estoy satisfecha con el resultado, mezclo una cucharadita de pectina con una cucharadita de azúcar, y la añado, ya sin temperatura, un minuto, velocidad 3.
Una vez hecho esto, la pongo en botes de cristal bien limpios, diez minutos en la olla superrápida, dejo que enfríe, y coloco los frascos boca abajo hasta el día siguiente, seguramente un lunes aburrido y poco estimulante, que cambiará por completo desde el momento en que pruebe la mermelada.

8 comments:

Raquel said...

¡Ciruelas recién recogidas!¡quién fuera ratón de campo!

lobstersquad said...

que gozada, gran envidia. que es la hierbahuerto?

Marisa Beato said...

!Qué rico!

Lego y Pulgón said...

Bueeeeno, bueeeeno, les mando una bolsita.
Lobstersquad: aquí llamamos hierbahuerto a la hierbabuena, lo que se le añade al consomé, al té moruno, una hoja parecida a la menta.

Elbereth said...

Corazón, enhorabuena por ese ciruelo que te ofrece sus regalos todos los años...me he emocionado muchísimo al leer la complicidad de tu suegra y su hijo...y sabes, como mujer te entiendo, pero pensando en tener un bebé y que pueda ser niño, me gustaría mucho que esa complicidad madre-hijo existiese independientemente del género. Es precioso lo que has escrito de ellos, y es precioso que lo respetes y lo admires. Yo quiero muchísimo a mi suegra y a veces me gustaría que maridín la achuchase un poco más de lo que lo hace...no puedo evitar sentirme identificada con las mujeres, y algún día seré madre como ella (espero claro...)

Anonymous said...

Lego, te salvas de que vaya a pedirte aunque sea un ciruelín porque me pillas muy lejos que si no...
Enhorabuena por el árbol y por la fauna (para mí esta palabra nunca podría tener sentido peyorativo, advierto!) que reúne y muchas gracias por haberme trasladado a esa frescor, a ese aroma y a ese sabor que me encantan.
Sigue disfrutando con tu flora y fauna y si me lo permites, seguiré pasando de cuando en cuando para cotillearte un poco el blog.

Besitos!

Elena (futomaki)

Lego y Pulgón said...

¿A que no se nota que es mi hermana?

Lego y Pulgón said...

Futmaki, bienvenida