25 July, 2006

¡Qué calor!


Acabo de terminar mi sesión matutina de tareas ganaderas y juro que no había sudado tanto desde... yo qué sé desde cuándo.
Para trabajar, lo primero que hago es embadurnarme de protector solar (Lorenzo y yo somos archienemigos declarados por toda la eternidad amén), ponerme mis guantes de cuero (entonces me siento como Robert Redford en "The horse whisperer") y mi sombrero de paja de ala anchíiiiiisima, que me da sombra hasta un metro y medio por delante de mí; casi, casi, una sombrilla de playa encasquetada en la cabeza. Chandal, camiseta de algodón y botas de agua de color verde oscuro, mordisqueadas por un par de generaciones de cachorros; es decir, con los bordes festoneados como si estuvieran hechas de encaje de bolillos. Con este atuendo tan provocativo (debo tener cuidado, una nunca sabe los corazones que va rompiendo por ahí sin querer) abro la puerta a las gallinas, para que salgan a comer bichitos, hierbas y lo que quieran. Y empieza la sesión de Pilates campestre: estira, barre, echa cubo de comida, estira, respiración, recoge estiércol, llena cubo de agua, estira, respiración, come una ciruela (¡eh! ¡Eso no es Pilates!), lleva carretilla de paja, sigue recogiendo estiércol, llévalo al contenedor de compost, no olvides seguir respirando... ¡¡y eeeeeeestira!!
Cojo una escoba roja y pastoreo las gallinas de vuelta al gallinero, haciendo con la boca un ruido absolutamente profesional (ya no me siento tan parecida a Robert Redford, pero aún llevo puestos los guantes; por lo menos, me queda eso).
Vuelvo a casa con tres o cuatro huevos en las manos (¡gracias, amigas!), muerta de cansancio y derretida literalmente. En la nevera no hay Coca-Cola, así que me hago un sorbete de Kiwi:

Se cogen un par de kiwis, se pelan y se ponen en la Thermomix. Un limón, se le quita la cáscara, "lo blanco" y las pipas, y se añade también. Un poco de azúcar (al gusto, yo le echo muy poca) y cubitos de hielo. Velocidades 5-7-9 gradualmente durante dos minutos.

La casa está fresca porque la tengo cerrada a cal y canto; fresca y oscura, dan ganas de tumbarse en el suelo frío, con el sorbete de kiwi, a dejar pasar las horas fuertes del dia. Pero tengo que seguir con mis ejercicios de Pilates, esta vez en el supermercado y, por la tarde, en el trabajo. Pero en ninguno de los dos sitios está mi odiado Lorenzo. ¡Bien por mí!

7 comments:

Raquel said...

¿Chándal? yo voto por camiseta de tiro y pantalón corto. Que te va a dar un mal. Pero lo del sombrero y las botas me ha encantado. Menos bucólico pero mucho más auténtico.

¿Y cómo se llama el bellezón de la foto?

Lego y Pulgón said...

El muchacho se llama Don Hilario. Pero tiene novia, lo siento.

Raquel said...

Espero que se comporte como es debido.

lobstersquad said...

çielos me acaba de dar una especie de golpe de calor, solo de pensar en las botas!
todo sea por huevos frescos, claro.

Anonymous said...

¡pero que porte mas airoso y elegante tiene ese "pollo", perdón gallo...!Debe ser algo así como el Pierce Brosnan del gallinero... Y los huevos que tal?... Los de las gallinas me refiero...je, je...

Elbereth said...

BIEN POR TI...eso sin dudarlo...Me gustan las gallinas, me gusta recoger huevos tibios, no me gusta el trabajo que implica, no me gusta Lorenzo más que en días frescos y a ser posible que no luzca con mucha fuerza...y me gustaría verte en tu aspecto "rompecorazones campestre", para otra vez pon foto...
Mis padres este año tienen las gallinas en el corral y el pavo suelto, las muy cochinas no han querido admitirle en su grupo, hasta que llegue yo y las enseñe que no se puede marginar...

Lego y Pulgón said...

Elberteh: ¡Eso, eso! Enséñales modales cuanto antes a esas repipis... Claro, que los pavos son también un poco cursis; a lo mejor el problema es que las rockeras son ellas y él les parece un poco Borja-Mari. Pero nada, que se mezclen, que la vida es mucho más divertida si hay reburujón.