
23 March, 2012
18 January, 2012
Ducha filosófica

Tengo miedo, y hace unos años no lo tenía. No sé si es por los cambios maravillosos que he vivido, o porque me hago vieja.
Se supone que cuando cumplimos años nos hacemos más sabios, pero yo lo que he adquirido es nuevos y terribles miedos.
Hace unos meses encontré la inspiración en un perro flaco. Se le marcaban dolorosamente todos y cada uno de sus huesos. Tenía los ojos brillantes, las orejas tiesas, y caminaba decidido sorteando coches y peatones. ¿A dónde iría con esa determinación? Me contesté a mí misma: "Al cielo de los perros, porque lo va a escachar un coche dentro de nada". Y repliqué: "Tal vez sí, tal vez no. Pero sea como sea, en este instante, no tiene miedo a la muerte, al dolor, a la enfermedad, al hambre, ni a la soledad".
¿Por qué yo sí?
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