27 August, 2006

Monchito


Monchito consta en su cartilla de vacunación. Moncho, cuando ha hecho algo malo y lo llamo con tono serio. No sé cómo lo llamarán sus colegas pero, sea como sea, él se ha hecho respetar por los otros tres gigantes.
Está hecho como a cachos. Pata corta, rabo enroscado, cuerpo atlético, cuello enorme (aquí se identifica un ancestro presa canario o similar, no bromeo) y cabeza pequeña de hocico afilado. Y los ojos. ¡Los ojos! Negros profundos, que casi, casi, te dan en papel impreso su coeficiente intelectual canino. Deben ser los mismos ojos que tenía el lazarillo de Tormes. De superviviente nato. De ser que no se asusta por nada, que ha vivido cientos de años contenidos en esa porción inidentificable de cerebro que es la memoria histórica de su especie, su herencia instintiva. Es un dignísimo representante del auténtico Perro Sato (como se dice por estas tierras), raza que debería estar reconocida en el Libro de Orígenes Español, y cuyo estándar no vendría determinado por características morfológicas, sino por dos parámetros comunes a todo Perro Sato Español: instinto de supervivencia hiper-desarrollado, y la simpatía del golfo.
Lo adoptamos a través de internet, de una protectora de animales. Lo fuimos a ver un sábado, y recuerdo que yo le decía al Pulgón, con un tono de entendida en perros insoportable: "Bueno, ya veremos si es lo que queremos, si está sano, si no es agresivo..." cuando sabía perfectamente (y el Pulgón también, que ya nos conocemos) que, en cuanto le echara la vista encima lo iba a querer como una boba. Fuimos a verlo a una clínica veterinaria donde lo estaban tratando de una sarna, y nos recibió dando saltos de perro-pelota-de-ping-pong intentando llegar a nuestra cara para darnos un beso de tornillo al estilo Hollywood (pero en más sarnoso). Me enamoré de tal manera que lo abracé, lo besé y lo estrujé (después, en casa, me empezó a picar todo el cuerpo, pura sugestión). Sólo veía sus ojos brillantes mirándome. Su estado general y el pelo hecho polvo me pasó desapercibido. (En la foto, el "antes" y el "después")
Es, con diferencia, el que más trabajo nos da de los cuatro. Siempre tiene alguna trastada en mente, no para. Su deporte favorito es convertir nuestro jardín en lo que parece a veces un campo de entrenamiento de artificieros. Su manjar predilecto es el contenido del retrete del gato; sale con el hocico blanco de arena y el aliento apestoso. Pero yo lo quiero. La maternidad, es lo que tiene.

4 comments:

Raquel said...

¡Qué guapo está! Y qué cara de listísimo. Me dan ganas de hacer una locura y acercarme a la perrera ...

Lego y Pulgón said...

Just do it!

Anonymous said...

Jo, qué suerte ha tenido Monchito. >Pobrecito mío. Muchas gracias por todo.

Marisa.

Anonymous said...

HOLA SOY JOSE.TRABAJO COMO VOLUNTARIO EN UNA PROTECTORA DE ANIMALES EN TENERIFE.ME ALEGRA QUE HAYAN ADOPTADO A MONCHITO POR ESTE MEDIO.LES DESEO LO MEJOR CON SU PERRITO.
AH, POR CIERTO, SOY UN FANATICO DE SUPERTRAMP.

SALUDOS CORDIALES.